LA VICTORIA ELECTORAL DEL ANARCOLIBERAL MILEI

La reciente victoria electoral de Javier Milei, flamante presidente de "la Argentina" -como ellos la llaman-, plantea algunas cuestiones que me gustaría abordar en esta entrada a modo de interrogantes. Milei se autodefine ideológicamente como "liberal-libertario", o, lo que es lo mismo, "anarcoliberal". Esta corriente ideológica la conozco razonablemente bien, pues, entre los dieciséis y los diecinueve años, también me definía así. Todo comenzó cuando mi profesor de Filosofía en el instituto se decidió a hablarnos de esta ideología, que había surgido a finales del siglo pasado en los ambientes universitarios de Estados Unidos, y que, en síntesis, pretendía llegar a una fase superior del liberalismo: a la ausencia del estado. Este profesor, que ahora es amigo, fue el que, al ver mi gusto por la Filosofía y por la política, me animó a leer a Robert Nozick, Murray Rothbard y Michael Huemer -este último es el máximo representante actual de dicha ideología en la academia norteamericana-. Realmente, los planteamiento disparatados que sostenían estos autores me cautivaron dada mi corta edad: la ausencia de intervención; la plena libertad; la ausencia de responsabilidad respecto del ajeno; el respeto irrestricto a la propiedad privada, al proyecto de vida del prójimo y a los acuerdos libremente alcanzados. 

En España también hay algunos exponentes del anarcoliberalismo; quizá el economista Juan Ramón Rallo, el periodista Fernando Díaz Villanueva o el catedrático de Economía Política Jesús Huerta de Soto sean los más conocidos. De hecho, Milei se considera discípulo de Huerta de Soto. Yo también me embaulé las clases de este catedrático que están colgadas en Youtube, y creí en aquellas ideas hasta tal punto que durante el primer año de carrera, junto con un compañero, contacté con la asociación de estudiantes universitarios Students for Liberty, que pretenden aunar a todos los universitarios europeos liberales-libertarios. Sin embargo, duré poco en aquella asociación: apenas cuatro meses. Durante mi corto periodo de afiliación pude conocer personalmente a Fernando Díaz Villanueva, quien dio una conferencia en la Universidad de Alicante acerca del "Gran Salto Adelante" de Mao Tse-Tung. La decisión de darme de baja se produjo como consencuencia de una reunión en la que discutimos acerca de dos cuestiones: la unidad de España y del derecho a portar armas. Ellos -los líderes de la asociación- se mostraron encantados con el desafío independentista catalán y vasco, apoyaban la posible independencia debido a que consideraban que la libre autodeterminación es un principio que debe asegurarse. Por otro lado, defendieron firmemente el derecho a portar armas, pues la seguridad se la debe proporcionar uno mismo (recuérdese que el anarcoliberalismo aboga por la destrucción del estado). Por supuesto, cuando hablé de que la sociedad está también hecha de vínculos suprainvidivuales, tales como la nacionalidad o la solidaridad entre compatriotas, que permiten vertebrar y cohesionar a la sociedad me llamaron "socialista". Para ellos, todo lo que no suene a libertad o ausencia de lazos son ideas socialistas.

Tambien influyó que fui leyendo a distintos autores que ya no defendían la ausencia absoluta del estado, sino su reducción o su utilización prudentemente. En este sentido, Stuart Mill me ayudó mucho a matizar mi pasión feroz por el liberalismo. Por consiguiente, conozco bien los ambientes libertarios o anarcoliberales, lo que creo que me permite en cierta manera entender bien el pensamiento de Javier Milei y de sus estrechos colaboradores. El problema que tiene el presidente argentino es que una cosa son las elucubraciones teóricas y otra, la tozuda realidad. Así, parece que todo aquello que prometió en campaña electoral debe ser matizado. Ya ha nombrado Ministra de Seguridad a Patricia Bullrich, a la que tildaba de tibia socialdemócrata, y parece que Mauricio Macri, cuyo gobierno durante el periodo 2015-2019 fue calificado de centroizquierdista por el propio Milei, va a tener mucho peso en las decisiones. No obstante, y a pesar de su moderación, sí creo que va a ser un presidente bueno para Argentina. Primeramente, porque es una sociedad permeada por el peronismo, versión cutre y plutocrática del socialismo; de ahí que la victoria de un candidato que se presentó a las elecciones prometiendo un ajuste económico es un hito histórico. En segundo lugar, porque cuando un enfermo está terminal, y Argentina con una inflación del 140%, un 50% de pobres y un 10% de indigentes lo está, cualquier cuidado, por mínimo que sea, ya redunda en una mejora considerable. 

La tarea que tiene por delante Milei es ardua; quizá la medida más importante sea la dolarización de la economía argentina. Pero, dado que el pragmatismo le va a obligar a dejar de lado las ideas más turbulentas de su ideología, creo puede ser un buen presidente que plantee algunas reformas estructurales necesarias y, por fin, aquel país tan rico en recursos naturales pueda despegar de una vez por todas. 


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